“Advent 2020: Preparing for what?”
November 29, 2020 - First Sunday of Advent
Isaiah 64:1-9
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This Sunday marks the first in Avent 2020. For Christians it begins four weeks of preparation culminating in the Christmas celebration of the birth of Jesus Christ. Traditionally, we light candles weekly: 1) hope 2) peace 3) joy 4) love. And on Christmas eve the candle for the Light of the World. For each and every year (of my undisclosed number of years) thus far on earth, Advent also included preparation for company, family gatherings, caroling, gift exchanges, Advent studies and prayer in small groups, social and in-person worship get-togethers. But it is 2020 and none of that is safe nor wise. So, if these things are not the focus of our preparing – what are we preparing for and celebrating this time around?
Spread out over some 300 years the prophesies of the Book of Isaiah are united by recurrent phrases, modes of thought and a fundamental vision of the destiny of Israel in the hand of an awesome God. Israel was in great difficulty. And in today’s reading the author groans to God, “If only you would tear open the heavens and come down!” Isaiah 64:1 (CEB). Whenever I encounter this verse, I always add the word ‘here’ at the end. As in: Oh, God, if only you would tear open the heavens and come. down. here! How deeply I resonate the intensity and depth of this cry. When we are exhausted, alone, overwhelmed, and/or afraid we want God to tear open the heavens and come. down. here! We long for theophany: the visible manifestation to humanity that God-is-with-us; we are not alone; the advocate arrives.
I’ve been thinking about Norman Rockwell’s painting depicting six-year-old Ruby Bridges being escorted by federal marshals for her own safety to school. She had every right to attend William Frantz Elementary School in New Orleans. The supreme court ruled segregation unconstitutional; the school could no longer lawfully disallow Black students. Yet, federal marshals had to escort this small, brave child because of angry people threatening and hurling ugly slurs at her. Her mom, Lillian, died earlier this month and I suppose that is one reason it has been in the news recently. This powerful image raises my vision beyond myself in this season of preparing to something bigger, more godly and more spiritually significant in preparing for the celebration of the birth of Jesus on Christmas morn. What do we prepare for this 2020 Advent season?
Let us prepare to lift our vision beyond the loss and for a while and focus on the bountiful company of God, even so.
Let us prepare to participate in never slurring anyone. Ever. (In written or spoken ways).
Let us prepare to lavish the love of God on all (even those with whom we will never agree) reflecting the immeasurable love and grace God lavishes on us.
Let us prepare to reflect the love of God born into this world at Christmas by standing courageously or as ally alongside those receiving insults and roadblocks to safety, security and/or human rights of any kind.
Let us prepare to spend ourselves praying for church and world leaders, family members, neighbors, the incarcerated, at-risk youth, those in need of sobriety and freedom from drug abuse, the sick, the enemy, the lonely, the grieving. And then, after a time of prayer, let us prepare for God to move us into action as inspired and required.
Advent is a season Christians prepare to celebrate God-With-Us at Christmas. Yes, God has torn open the heavens and come down here. And in a holy, painful, way 2020 (for all of its loss) by the grace of God can open space for us to prepare, receive and reflect the very incarnation of God-With-Us to this broken, hurting world. With all the difficulty and distress of life, we are not alone. We are remembered, beloved, held sacred and secure; we are blessed in order that we may share the blessing: the gift of God’s love as made known through Jesus Christ. Let’s prepare for that.
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Memorándum para los que predican
“Adviento 2020: ¿Preparando para qué?”
29 noviembre, 2020 Primer domingo de Adviento
Isaías 64:1-9
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Este domingo mara el primero en Adviento en 2020. Para cristianos comienza cuatro semanas de preparación culminando en la celebración de la Navidad – el nacimiento de Jesucristo. Tradicionalmente, encendemos velas semanalmente: 1) esperanza 2) paz 3) alegría 4) amor. Y la Nochebuena la vela es para la Luz del Mundo. Para cada y todos los años (de mi número de años no revelado) hasta ahora en la tierra, el Adviento también incluía preparación para invitados, reuniones familiares, cantando villancicos, intercambios de regalos, estudios de Adviento y oración en grupos pequeños, reuniones sociales, y cultos en persona. Pero es 2020 y nada de eso es seguro ni sabio. Así que, si estas cosas no son el foco de nuestra preparación – ¿para qué preparamos y para qué celebramos esta vez?
Extendiendo sobre unos 300 años, las profecías del libro de Isaías son unidas por frases que recurren, modos de pensamiento y una visión fundamental del destino9 de Israel en la mano de un Dios maravilloso. Israel se encontró en grandes dificultades. Y en la lectura para hoy el autor gime a Dios, “¡Si rasgaras los cielos y descendieras!” (Isaías 64:1 [RVR95]). Cuando quiera que encuentre este versículo, siempre añado la palabra “aquí” al fin. Como: “!Oh Dios, si rasgaras los cielos y descendieras – aquí!” Cuán profundamente resueno con la intensidad y la profundidad de este grito. ¡Cuando estamos agotados, solos, inundados, y/o cuando tenemos miedo, queremos que Dios rasgue los cielos y que descienda aquí! Anhelamos una teofanía: la manifestación visible a la humanidad que Dios-está-con-nosotros; no estamos solos; el defensor llega.
He estado pensando en el cuadro de Norman Rockwell representando a Ruby Bridges de seis acompañada por policías federales para su propia seguridad a la escuela. Tenía cada derecho de asistir a William Frantz Elementary School en Nueva Orleans. La Corte Suprema decidió que la segregación era inconstitucional, la escuela ya no podía no aceptar legítimamente a estudiantes negros. Todavía, los policías federales tenían que acompañar a esta niña pequeña y valiente a causa de personas enojadas que la amenazaban y que le estaban lanzando murmullos feos. Su madre, Lillian murió este mes y supongo que ésta es una razón porque ha estado en las noticias recientemente. Esta imagen levanta mi visión más allá de mí misma en esta temporada de preparando a algo más grande, más divino, y más significante espiritualmente en prepararnos para la celebración del nacimiento de Jesús la mañana de la Navidad. ¿Para qué preparamos esta temporada de Adviento de 2020?
Que preparemos a levantar nuestra visión ante la pérdida y por un rato que nos enfoquemos en la compañía abundante de Dios, aun así.
Que preparemos a participar en jamás lanzar murmullos a nadie. Nunca. (En maneras escritas o habladas).
Que preparemos a prodigar el amor de Dios en todos (aún aquellos con quienes jamás estaremos de acuerdo) reflejando el amor y la gracia inmensurables que Dios prodiga en nosotros.
Que preparemos a reflejar el amor de Dios nacido en este mundo en la Navidad por pararnos valientemente o como aliado/a junto a aquellos recibiendo insultos y barricadas a la seguridad y/o derechos humanos de cualquiera manera.
Que preparemos a gastarnos en orar por nuestra iglesia y por nuestros líderes mundiales, miembros familiares, los encarcelados, los jóvenes a riesgo, los que están en necesidad de sobriedad y libertad de abuso de drogas, los enfermos, el enemigo, los solitarios, los de luto. Y entonces, después de un tiempo de oración, que preparemos que Dios nos mueve a la acción como inspirados y requeridos.
Adviento es una temporada cuando cristianos celebran Dios-Con-Nosotros en la Navidad. Sí, Dios ha rasgado los cielos y que desciende aquí. Y en una manera santa y dolorosa de 2020 (por todas sus pérdidas) por la gracia de Dios puede abrir espacio para que preparemos, recibamos, y reflejemos la encarnación misma de Dios-Con-Nosotros a este mundo quebrantado y doloroso. Con toda las dificultades y aflicciones de la vida, no estamos solos. Somos acordados, amados, vistos como sagrados y seguros; somos bendecidos para que podamos ser bendiciones: el don del amor de Dios como es conocido mediante Jesucristo. Que nos preparemos para eso.
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