A fines de febrero, mi hijo Colm tuvo un resfriado que duró hasta principios de marzo. Cumplía tres años a fines de mes, y esperábamos con ansias celebrar su cumpleaños con el grupo social y su amado equipo de terapeutas de Intervención Temprana (EI, por sus siglas en inglés) una vez que se recuperara de la enfermedad y pudiera reintegrarse. Estos ritos de paso también marcarían su salida de EI y su transición a la escuela. A medida que el resfriado de Colm se resolvía, sin embargo, miles de personas de todo el mundo se estaban enfermando, y muchas muriendo, de una enfermedad despiadada y poco comprendida causada por un nuevo coronavirus. Colm estaba ansioso por volver a su rutina justo cuando el programa de EI pasó a prestar servicios de telesalud debido a esta emergencia. El aviso de tener que quedarse en casa entró en vigor en Massachusetts el día de su cumpleaños. En este período de distanciamiento social, nuestra familia ha experimentado dos grandes transiciones: salir de EI para ingresar a la escuela pública y el traslado de servicios terapéuticos y educación especial a plataformas en línea.
